POR MAURICIO GARCÍA
El 26 de mayo de 2016, a las 12,45 horas, don Julio Berríos Salazar, también conocido como Juber, nos abandonó dejándonos un impecable legado. Se trataba de uno de los mejores dibujantes de la época dorada de la historieta chilena.
JULIO BERRÍOS (1931-2016), fotografiado por Bernardo Carvajal.
Era un hombre quitado de bulla,tímido, al extremo que hace unos años, el 2009, cuando Ergocomics y el Centro Cultural de España, en el marco del 7° Día de la Historieta lanzaron el libro Julio Berríos, que recopilaba parte de su obra, no llegó a la presentación, simplemente por timidez.
Nació en la comuna de Quinta Normal el 13 de junio de 1931. Comenzó su temprana carrera a los 11 años enviando dibujos a El Peneca. Recordaba que le publicaron alrededor de 80 dibujos. Luego, como a los 20 años, empezó a trabajar en una empresa de mármoles, donde laboró alrededor de 16 años. Luego de ser despedido, se instaló con un taller propio, con maquinas y trabajadores. Se casó, formó su familia y siguió con su taller , sin abandonar el dibujo, hasta que en 1967, crisis mediante, debió liquidar su empresa, construir su casa y dedicarse más al dibujo.
Portada abierta del volumen recopilatorio de Julio Berríos, editado en 2009 por Ergocomics.
Sin formación académica alguna llegó a Zig Zag a probar suerte. Dibujó un guión del oeste como muestra y partió inmediatamente con El Zorro y las aventuras de don Diego de la Vega en la California Española, luchando contra los lanceros (soldados españoles), el Sargento García y contra toda injusticia vestido con capa, espada, antifaz negro y la ayuda de Bernardo, su fiel sirviente «sordomudo». La revista, una franquicia Disney, terminaría con material chileno, casi siempre sin créditos de autores. Su trabajo era de los pocos absolutamente reconocible, extraordinario, pero muy lento para el requerimiento del medio, que muchas veces buscaba la rapidez más que la calidad del trabajo.
Ya en Editorial Quimantú, a principios de los setenta, llegó a revista Jungla en la serie Hombres en la Jungla, que adquiere protagonismo e incluso subtitula la revista en algún momento. Son las aventuras de un grupo de revolucionarios de algún país sudamericano cuyo avión ha caído en la selva.
La lucha por la supervivencia, con escasos medios, el contacto y amistad de los indígenas, más el constante peligro de ser atacados por las fuerzas del dictador, no identificado, pero identificable, son las constantes, sumadas al surgimiento de conflictos amorosos y la existencia de grupos de blancos que pretendían la explotación de los indígenas y de los recursos de la selva. La idea original era de Máximo Carvajal, los guiones de Ventura Marín y los dibujos de Lincoln Fuentes, Julio Berríos y María Cristina Jorquera. Incluso se publican capítulos, adaptados, por editorial Gabriela Mistral, luego del golpe de estado de septiembre de 1973
La nueva revista Guerra de Quimantú, sufre grandes cambios. La nueva historieta se interesó por la acción popular y colectiva en lugar de la del individuo único, privilegiando los ejemplos de lucha guerrillera o de conflictos fratricidas, especialmente Vietnam y la Guerra Civil Española. Complementaban la historia principal una gran serie C.O.N.U., sigla que identificaba al Comando Operacional Naval Unido, que mostraba las historias de una lancha torpedera chilena en el sur, mezcla de espionaje, caza de contrabandistas y ayuda a la comunidad con guiones de Juan Bley y dibujos de Guillermo Varas y del propio Julio Berríos.
Los años que siguen al golpe de estado fue un momento en que muchos dibujantes vieron cerradas sus principales fuentes de trabajo, por el cierre de revistas de historieta, derivando algunos de ellos como Máximo Carvajal, Julio Berríos y Lincoln Fuentes a la Editorial Mundicrom, dirigida por Luis Enrich Font, también conocido como Enrich D’Oc. En Mundicrom se encargaron de dibujar las láminas de recordados álbumes como el de Flora y Fauna (para la que Berríos realizó una portada espectacular); Historia del Hombre y muchos más.
Para Gabriela Mistral dibuja algunos notables episodios de Khanda y al cierre de esta editorial realizó algunos trabajos para revista Mampato como la estupenda serie histórica dibujada y escrita por él: Tolak sobre un joven guerrero maya, que posteriormente se publicó en Europa. Colaboró también por esos años con Vicar, dibujando historietas Disney para Europa.
En el diario La Tercera se comenzó a publicar un suplemento de historietas dominical, que duraría más de dos años, inicialmente dirigido por Vittorio di Girolamo, y con profusión de autores chilenos. Desde el 6 de enero de 1980 se presentaron ocho páginas de historietas a todo color. Se volvió a publicar Tolak y una serie llamada Taori, sobre los polinesios. En la revista Icarito publicó una breve historieta de piratas, La Gruta del Tesoro.
Trabajó en la revista juvenil Dos Puntos, creación de la Fundación Nacional de la Cultura, Chile Films y Diario La Nación que se publicó entre los años 1986 y 1987, con periodicidad quincenal y a todo color. Allí presentó la serie Pichi Nahual (Pequeño Tigre) Historieta de un joven mapuche antes de la llegada de los españoles, ya en franca dedicación a los temas étnicos. A fines de la década del 80, en 1989 y hasta 1991, surgió la Editorial Condell S.A., con impresión en Editores e Impresores E.M.E. lanzó en blanco y negro y con 64 paginas, tapa dura, de periodicidad bimensual y luego mensual, dos revistas, con un total de 11 números cada una. Una de ellas era la revista de historietas de aventuras Alacrán. El proyecto era de Patricio Girón, quien fue su creador y director. Lamentablemente Girón falleció de una enfermedad terminal en noviembre de 1990 y con él también concluyeron sus revistas. En el número 3 de Alacrán, Berríos publicó El Valle feliz, historieta post-apocalíptica, publicada previamente en Mampato.
El año 1989, reviviendo un poco el esquema de Mampato, se publicó Cachipún a través de la Sociedad de Ediciones Molino Ltda (formato 16 x 23 centímetros, con 28 paginas, en blanco negro, excepción color) con colaboraciones de Mario Igor, Hernán Escobar y el propio Berríos.
Incursionó en la historieta picaresca, con las aventuras de una arqueóloga en la revista La Papaya, publicada por Editorial Molino a principios de los 90. Para Europa siguió colaborando por años con Vicar, realizando adaptaciones de Tarzán y una serie de espionaje llamada Fireball para la editorial inglesa Fleetway.
Berríos también desarrolló un profuso trabajo como ilustrador de libros, sobre todo históricos entre los que se pueden citar Una epopeya inmortal, basado en la obra del escritor Jorge Inostrosa y su trabajo sobre los uniformes del ejército de Chile, proyecto realizado a petición de dicha institución.
En sus últimos años ya no dibujaba. Había sufrido un derrame cerebral que lo mantuvo recluido en su hogar.
Hoy la historieta de aventura chilena ha perdido a otro de sus grandes.
ENTREVISTA A JULIO BERRÍOS: AQUÍ.