POR CARLOS REYES G.
La adaptación es un arte. Se trata de tomar una obra anterior que debe des-construirse, desintegrarse para ser rearmada con el objetivo de surgir con una nueva vestidura, un nuevo cuerpo con leyes propias, a menudo muy distintas al hábitat original de la pieza original. Al mismo tiempo se espera que la obra así resultante, conserve algo o potencie parte del espíritu del marco generador y a la vez, sea capaz de transitar nuevos caminos gracias al trabajo del adaptador. La tarea se dificulta aún más cuando ciertas características de la obra original resisten su traspaso a otro escenario, o al menos lo dificultan. Este fue el complejo camino que el audiovisualista Christian Morales en guión y el pintor Luis Martínez (Beto) en dibujos, realizaron al adaptar una obra maestra de la literatura chilena: Hijo de Ladrón de Manuel Rojas.
La adaptación a novela gráfica de Morales y Martínez - que comenzó en 2012 - se convirtió en un contundente volumen de 294 páginas de historieta en 2015, editado pr Ocho Libros- El trabajo, siendo fiel a la obra original, ofrece por primera vez una mirada de Hijo de Ladrón que nunca antes habíamos tenido. Da imágenes a la poderosa prosa de Rojas, pone en viñetas la vida y precariedades de Aniceto Hevia y a la prosa fragmentaria, el rompecabezas narrativo creado por nuestro gran escritor anarquista que se propuso contar la vida de su personaje, tal y como es: confusa, vital, intensa.
La cualidad fractal de la novela de Rojas se ha servido ahora del lenguaje de la historieta (con su elipsis a la base en cada una de sus viñeta) para volver a contarnos en una nueva vida la herida del Chile de Aniceto.
LA HERIDA INCONMENSURABLE
- Christian, hay en las adaptaciones dificultades que van desde «esto no se puede dejar fuera», hasta a «esto tengo que resumirlo» ¿Qué te sucedió con Hijo de Ladrón?
Christian Morales: Hubo que comprimir y despojar algunos pasajes del libro donde Aniceto se desviaba del punto de vista que tracé. Tener claro que lo esencial era la reconstrucción de la pertenencia, el pago de cuotas y la sanación del pulmón herido me facilitó mucho el trabajo de adaptación. Esas fueron las guías argumentales y narrativas que no perdí nunca de vista . Efectivamente, es complejo tomar la decisión de suprimir, acortar, variar y realizar el trasvasije a otro lenguaje, más aun cuando se trata de Rojas y de esta novela. A veces me veía entrampado en textos imposibles de cortar por el espesor literario y la profundidad que estos alcanzan. Pero había que hacerlo. Tenía claro que es una adaptación te puedes tomar ciertas licencias y soluciones propias del lenguaje al cual pasas, en este caso al del cómic. En este sentido, tanto Beto y yo siempre pensamos en el lector; en como lo leerá, la inteligibilidad de la puesta en página, facilitándole lo mejor posible la entrada al mundo de Hijo de Ladrón y no complejizar más de lo que la novela ya es.
- La Herida, un texto potente del libro de Rojas les sirvió para dividir cada capítulo de la novela gráfica ¿Por qué tomaron esa decisión? ¿Qué había en juego?
C.M.: Hay dos cosas fundamentales que pasaron con La Herida. La primera, me era imposible tocar el texto y adaptarlo. Es un pasaje de una potencia literaria inconmensurable. Me convencí que solo se puede leer en su formato de origen. Sacarle una coma o tratar de visualizarla en detalles, la modifica y destruye el cultivo simbólico. Es poesía narrativa en estado puro. Esto me hizo pensar mucho en como incorporarla. Releerla muchas veces, me permitió establecer la hipótesis sobre la existencia de otro tiempo más de los ya existentes en la novela: un espacio y un tiempo desde donde nos habla Manuel Rojas a la edad en que él escribió la novela. Por tanto, el tiempo presente de Aniceto, que coincide con la salida de la cárcel, es también un recuerdo. Por eso incorporé un encuentro entre Aniceto y Manuel Rojas en la caleta El Membrillo en una suerte de cameo. Estas dos páginas tienen un marco negro similar a las de inicio y al igual que el fondo del texto de La Herida demarcando esa unidad de tiempo “del no tiempo” como lo denomino. En segundo lugar, la herida tiene cuatro páginas lo que permitió dividirla en los cuatro capítulos propios de la novela, dando la sensación de que todo fluye dentro de ella, como si fuese un organismo en constante movimiento. Este texto potencia una tercera línea narrativa que es el objetivo físico de Aniceto, que no es más que mejorar su pulmón herido que lo aqueja durante toda la novela y que mejora al final en un cierre esperanzador.
UN ENCUENTRO ENTRE LÍNEA Y ESPÍRITU
- Luis, tú eres pintor ¿Es este tu primer acercamiento al lenguaje de la historieta? ¿Te gusta este arte, lees algo de narrativa gráfica?
Luis Martínez: Se podría decir que es mi primer acercamiento serio al lenguaje de la historieta o novela gráfica. Alguna vez me invitaron a participar de algunos experimentos. Creo que mi mayor acercamiento tenía más relación con la ilustración. Leo y veo historieta, antes más, eso sí. Últimamente reviso y estudio sobre algunos libros de novela gráfica, relacionándolos más con mi obra gráfica, aspectos compositivos y técnicos.
- Luis, tu dibujo del libro es un grafito vivo, suelto… orgánico ¿por qué escogiste ese estilo para dibujar Hijo de Ladrón?
L.M.: En realidad no escogí ese estilo para dibujar la novela. Yo dibujo así, sólo que tuve que hacer un cierto acomodo en términos figurativos, de mayor reconocimientos de las formas y respetando ciertas cuestiones que tenían que ver con el lenguaje de la historieta y la novela, osea, personajes, vistas, lugares, expresiones…pero el tipo de línea y otros elementos gráficos son parte de mi lenguaje natural de expresión gráfica, sólo adapté ciertas cuestiones al soporte.
- Me gusta que tu dibujo se deja ver en tanto dibujo a través de las líneas del boceto que dejas en cada viñeta…
L.M.: La idea era no moverme de mi estilo y al mismo tiempo que el dibujo tuviera una estrecha relación con el concepto de la novela, de la vida del personaje. Creo que fue un encuentro, entre la línea de trabajo y el espíritu de la historia, esa precariedad, ese vivir y contar con lo mínimo, sin efectos, de manera cruda, sucia y al mismo tiempo suelta, libre y fresca, donde la forma no esté sujeta a lo estricto de las formas. El boceto tiene esa frescura, ese primer esbozo que hace que el dibujo se sienta cerca, recién hecho.
- Tú estudiaste cine y TV ¿Influyó en algo el audiovisualista que eres en tu trabajo como guionista de historieta?
C.M.: Muchísimo. El guion está escrito como un guion técnico donde no solo existe el planteamiento dramático, también la descripción de cada viñeta definiendo tamaño de plano, angulaciones, sugerencias de movimientos de cámara, incluso ciertas necesidades lumínicas. Es un guion estructurado casi en 4 actos al que le incorporé más claramente la necesidad física y emocional del personaje, muy propio de la construcción dramática del cine narrativo . También que tiene que ver con la tremenda formación que recibí, abrieron mi sesera y me permitieron entender que el cine y el audiovisual tienen una infinita multiplicidad de conexiones. El cine como un vehículo emocional, material y expresivo. Tuve un lujo, un ramo que se llamó “lenguaje del cómic” Allí me hice, y nos hicimos varios, lectores compulsivos. Es imposible no pensar el tremendo parentesco de estos dos lenguajes, naturalmente con las diferencias dadas por la materialidad del soporte.
- Se enfrentaron en este libro a una adaptación mayúscula, porque es sabido que la novela de Rojas es compleja ¿Cuáles fueron las mayores dificultades a la hora de trabajar con este texto fundamental?
L.M.: Con respecto al dibujo, creo que lo más complejo fue mantener a los personajes. Aun que eran referencias nada más, el tema de los contextos históricos y paisajes urbanos…contar con el dibujo lo que el guión decía a partir de lo complejo de la novela.
C.M.: Siempre estuvo la duda de si se entenderían los quiebres espaciales y temporales que utiliza Rojas en la novela. Al Adaptarlo me di cuenta que tenía la posibilidad de la última viñeta de cada página y la primera de la siguiente. Jugamos mucho con eso. Por tanto continuabas con la narración o lisa y llanamente saltabas en el espacio tiempo. Es una estructura que el lector de cómic, no necesariamente el habitual, adquiere con facilidad. Por otra parte, el lector actual ya está acostumbrado a este tipo de transgresiones temporales, es mucho más educado en estos juegos. Leer esta novela en la actualidad no es lo mismo que hacerlo hace 20 años atrás. Tampoco tiene verba dicendi, lo que la hace dificultoso seguir la ubicación de la “voces” cuando Rojas las cede a los personajes. A veces no es Aniceto quien habla. Pero al visualizarlo, esto se solucionaba rápidamente. Lo más difícil fue romper con el prejuicio de que Hijo de ladrón es una tragedia de comienzo a fin.
- ¿Por qué ese prejuicio?
C.M.: Es producto de lo mal que lo hacen leer en los colegios. Ya el título tiene una carga negativa. El final es auspicioso, no feliz, pero esperanzador. La última página donde sale Aniceto en el centro junto a Cristian y el Filósofo, es el momento en que una sonrisa se le ve la cara. Esto lo hicimos de intencionalmente. Una simple raya en el rostro lo cambió todo y el lector lo ha entendido muy bien.
- ¿En algún momento del trabajo sintieron que no iba a resultar? ¿Que no iban lograr terminarlo?
C.M.: No, nunca se nos pasó por la cabeza no llegar a puerto. La constante duda era en como quedará: nos va mal o bien, no teníamos posibilidades intermedias: el cielo o el infierno. Pero trabajamos mucho y muy conscientes. Sabíamos el peso histórico y literario de esta novela y eso nos hacía más responsables de lo que estábamos haciendo entre lápiz y papel. Afortunadamente ha gustado y esos nos llena de ganas de continuar con las adaptaciones de Rojas. Pero como te comentaba en un comienzo, nada bueno se hace con poco trabajo.
L.M.: Para mí, al principio era una idea que me parecía muy compleja de realizar. Como yo no soy un dibujante de historieta y la novela es un clásico con un gran peso en la literatura chilena, pensaba que tal vez era mucho. Una vez que comenzamos, creo que costó un poco ponerse de acuerdo por yo vivir fuera, pero después agarramos ritmo de trabajo y de a poco se fue armando.
- ¿Hay alguna decisión artística que tomaron y que luego tuvieron que replantear, cambiarla?
C.M.: No tantas. Algunos cambios en puesta en página, modificar algunas viñetas. Un año antes de ponernos a realizar los primeros bocetos de la novela hicimos los estudios de personaje, lugares, el estilo del dibujo, etc. Además, eran dos revisiones de bocetos y guión antes de pasar a las páginas definitivas. Apliqué algunas anticipaciones y cumplimientos, una técnica del guion, para unir contenidos dramáticos entre escenas. Hijo de ladrón plantea su forma narrativa en la primera página y la idea fragmentaria, a la manera de cómo se articulan nuestros recuerdos, es lo que complejiza su lectura. Pero no es tan así. Si se le presta lectura detallada a cada escena, Rojas lo hace enumerando cada sub-capítulo, hay saltos espacio temporales, pero también uno o más elementos que se pueden conectar y aquí, la operatividad del dibujo fue de entero servicio para ello. El mejor ejemplo es la foto familiar de los 3 hermanos, Rosalía y El Gallego. La incorporamos como elemento narrativo en escenas que no tenían continuación dramática espacio-tiempo. Rojas es muy cinematográfico en su escritura.
L.M.: Los cambios se fueron dando de manera paralela con la ejecución del trabajo, en sus distintas etapas, aunque sí hubo detalles al final, pero nada que cambiara cuestiones fundamentales.
LA TETRALOGÍA ROJASIANA
- Christian, tú has realizado una hermosa serie de documentales sobre la vida y obra de Manuel Rojas que te ha permitido verlo con perspectiva ¿Por qué es un personaje tan importante en la cultura chilena?
C.M.: Rojas es uno de los pocos autores que logra traspasar las barreras del ejercicio literario. Es un cronista muy lúcido de su tiempo, y en plena vigencia. Toda su obra se centra en aspectos de la condición humana, lo que lo hace universal. Más aun cuando a estos habitantes del mundo los pones en Chile, la mezcla cuaja: nosotros y nuestra idiosincrasia. Nada más porteño que recoger metales del mar para venderlos, comer y dormir, solamente para sobrellevar el día a día. Es un oficio muy practicado en Valparaíso hasta la fecha. Los conceptos de esta tetralogía son problemáticas sencillas pero difíciles para que quien las racionaliza sin practicarlas pero no para quien pone en marcha: la libertad, el amor libre, la libre opción política, el ser parte, la justicia y la inmanencia. Son derechos propios y adquiridos desde el día en que nacemos. No hay más que entender. Temas transcendentales de nuestra existencia. Los personajes de Rojas son chilenos como cualquiera de nosotros, llenos de afanes que desea poner en activo pero choca contra el sistema cada vez que se accionan, por que siempre hay que pagarle algo a alguien, por ejemplo. Me cuesta un poco hablar de todo lo que he descubierto a través de la lectura de este autor. Cada página es un pasaje nuevo donde la intensidad narrativa siempre está al servicio del contenido, por eso mi afirmación sobre traspasar las barreras del ejercicio literario. También te encuentras el Chile de la actualidad. Qué menos para uno de los narradores más importantes desde la segunda mitad del siglo XX. A veces me pregunto si existe algún recambio Rojasiano. Prefiero no contestarme.
- Permítanme que hable de esto, pero el proyecto sufrió un golpe duro cuando a días de terminar, su compañero de ruta, Marco Herrera falleció ¿Qué pasó en ese momento? ¿Cómo se sintieron?
C.M.: Destrozados.
L.M.: Golpe duro, claro. No hay mucho para decir en realidad, son sensaciones muy complicadas, tristes.
C.M.: Somos un grupo grande de amigos que hemos sentido profundamente su ida. Era el mejor amigo de Beto y casi un hermano para mi. Éramos socios en los libros anteriores y teníamos muchos proyectos por hacer. Cuando lanzamos el libro en la FILSA se cumplían exactamente 14 días de su partida. Fue emotivo. Pero ya han pasado un par de meses y nos ha costado mucho aceptar que ya no está. Pero sigue dando vueltas y molestándonos como siempre lo hacía. Cuando Marco cae enfermo, había terminado el guión completo y Beto dibujaba todos los días originales. Marco tenía que adaptar algunos diálogos que me parecían “anticuados” Comenzó a agravarse poco a poco, pero siempre teníamos la esperanza en su mejora. Tres semanas antes de entregar a la editorial, saqué una impresión para que nos pusiéramos a trabajar. Le habían dado de alta momentánea y estaba en casa. Nos sentamos a leerla y algunas cosas me sugirió , pero estaba agotado y se cansaba con facilidad. Solo recuerdo que cerró el libro y me dijo “Está la raja weón”. Unos días después entró al hospital para no salir nunca más. Lo más bello de todo es que cuando le dije que quería adaptar Hijo de Ladrón, hace ya más de 4 años atrás, me contestó “siempre he querido hacer algo con eso y me puedo morir tranquilo”, malditas paradojas de la vida. Era su novela preferida.
- Sé que tienen un nuevo proyecto.
L.M.: Comenzaremos a trabajar en el segundo libro de la tetralogía: Sombras contra el muro. Eso significa que tenemos la gran tarea, por lo menos en 7 a 10 años de hacerla completa. Ya con todo eso, es más que suficiente. Hemos logrado un buen método y proceso de trabajo en conjunto, independiente que estemos separados geográficamente, pero Internet ha sido clave en todo esto.
C.M.: Esperamos sacarlo el 2017. Eso significa que tenemos la gran tarea de hacerla completa en no menos de 10 años, incluyendo el tiempo que demoramos en hacer Hijo de ladrón. Ya con eso, es más que suficiente. Hemos logrado un buen método de trabajo, independiente de la distancia geográfica. Internet ha sido clave en todo esto. Lo más importante y que hemos discutido con varios autores de cómic y novelas gráficas, es el valor intrínseco que toma el tiempo que te demoras en: investigar, guionizar, adaptar, consultarorías, asesores, bocetos, originales, definición de personajes…¡es un trabajo titánico! Esto el lector lo agradece. Ya hace un par años que hacer esto se ha, digamos, profesionalizado por completo. Es por eso la enorme calidad de las obras publicadas en estos pocos años: 1899, cuando los tiempos chocan, Road Story, Los años de Allende, Santa María 1907 y varias más que dan cuenta de un posicionamiento categórico y de una necesidad lectora de este arte secuencial siempre mirado en menos. El cómic ya no es lo mismo.