POR CARLOS REYES G.
Maus, una de las obras maestras de la historieta contemporánea ha sido recientemente reeditada en español y Spiegelman ha anunciado la edición absoluta de su cómic llamada Meta Maus después de 25 años después de su aparición en librerías. El impactante testimonio gráfico de Maus sigue gritándonos, desde sus páginas bidimensionales, el horror de las masacres en serie del nazismo. El dibujante y guionista Art Spiegelman, relata en primera persona la desgarradora historia de sus padres en esta obra imprescindible de la historieta mundial.
¿Cómo escribir poesía después de Auschwitz?, se preguntó Theodor Adorno tras conocer los horrores de la segunda guerra mundial, los mismos que el dramaturgo Peter Weiss desnudara en: “La Indagación”, los mismos que Alain Resnais evidenciara magistralmente en su inquietante film: “Noche y niebla”. Exactamente el mismo horror que Art Spiegelman (Estocolmo, 1948, hijo de polacos sobrevivientes del holocausto y afincados en Estados Unidos) retrató magistralmente hace más de dos décadas en esta señera novela gráfica que se editó en dos tomos. El primero: “Mi padre sangra historia” y el segundo: “Y aquí comenzaron mis problemas”. Apenas publicada, la obra alcanzó estatus de obra maestra, despegándose del pequeño ghetto de la historieta al resultar ganadora de un premio Pulitzer y merecedora de una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pero aún así, antes de todo esto, Spiegelman ya era un ícono de la historieta mundial. Su reputada revista experimental, “RAW The graphix magazine of abstract depressionism”, fue durante años caldo de cultivo de experiencias que tensionaban el lenguaje historietístico y un baluarte de autogestión e independencia editorial del “comix” underground norteamericano.
Probablemente la presente obra de Spiegelman se sustente sobre algunas inquietantes preguntas: ¿Es posible escapar realmente del horror? ¿Es posible sobrevivir a su recuerdo siempre latente e imborrable? Incluso tal vez aluda al mismo horror del que habla al morir, el general Kurtz, en el film de Coppola (y Conrad), ese mismo horror que devolvió la mirada desde el abismo, a aquel filósofo alemán usurpado por Hitler.
MEMORIAS DE UN SOBREVIVIENTE
Spiegelman recurrió a una interesante estrategia para dibujar a sus personajes. Los animalizó, los hizo tributarios de la tan extendida estética de los “Funny animal”, pero los despojó de todo atributo caricaturesco, tan propio del género de Mickey Mouse. Spiegelman los dibujó a punta de trazos fuertes y rápidos, no obstante, la narrativa de Maus resulta densa, compleja. Pese a su dibujo, de un duro blanco y negro, las páginas de la historieta rebosan una atmósfera posible, realista. Ambiente que campea en las conversaciones que Spiegelman mantiene a lo largo del tiempo con su padre, Vladek Spiegelman, y que conforman el relato primero de la obra, que es alternada con los horribles sucesos de su convulsionado pasado en la Europa de la segunda guerra.
Vladek es ante todo un sobreviviente, un foco de memoria, de recuerdo. El centro de una narración que oscila en esta compleja red temporal que va del presente al pasado y en que el ayer dialoga con un hoy, con un presente que se amplifica en el pasado. La historieta, llena de espejos, refleja en sus páginas nuestros propios rostros de lectores ávidos, atrapados por un relato gráfico impecable y estremecedor, que no nos suelta y no tiene miramientos.
Maus es un despiadado fresco de la guerra. A menudo tenemos la sensación de estar leyendo algo no destinado a nosotros, como si estuviésemos abriendo correspondencia ajena que jamás debió hacerse publica, como si accediéramos a confesiones íntimas, páginas llenas de humanidad, crueldad, dolor e indiferencia.
En Maus los judíos son ratones; los nazis, gatos; los franceses, sapos y los norteamericanos, perros. Spiegelman prefiere dejar las metáforas e interpretaciones a gusto de cada lector. Pero ni siquiera el autor escapa a su propia odiosa disección, pues exhibe sin tapujos sus debilidades, las conversaciones con su esposa, los pequeños egoísmos y tacañerías de su anciano padre, sus discusiones con él y su tormentosa relación con este pasado gravitante en sus vidas. Spiegelman abre la puerta de su mundo interior con valentía y en el retrato de su padre nos regala a uno de los personajes de historieta más vivo y profundamente humanos que existen, personaje al que somos capaces de admirar en toda la humanidad que el acotado espacio de una viñeta es capaz de ofrecernos.
El largo periplo de la Maus se inició en 1972, cuando Spiegelman dibujó un importante antecedente en “Prisionero en el planeta infierno: Una historieta real”. En esta pesadilla en blanco y negro de sólo cuatro páginas en alto contraste, el autor relata el suicido de su madre en 1968, alcanzando altos niveles de sinceridad y culpa difíciles de soportar. Spiegelman introduce ésta historieta como parte integral de la narrativa de Maus, sembrada de datos autobiográficos y guiños personales que el autor regala a destajo: “En septiembre de 1986, tras ocho años de trabajo, se publicó la primera parte de Maus. Fue un éxito - confiesa el propio Spiegelman en el capítulo dos de la segunda parte de de Maus. El autor se dibuja a sí mismo con una máscara de ratón, sentado ante una mesa de dibujo que descansa sobre un cerro de cadáveres de ratones llenos de moscas. En medio de la dantesca escena agrega: “Se está publicando al menos en quince países. He recibido ofertas de adaptación al cine o la TV. (No quiero)”.
El Spiegelman de carne y hueso cuestiona su propia obra dentro de ella, se confiesa bloqueado y harto de hablar de un tema que le seduce y repele al mismo tiempo. Como a nosotros.
Sumergirse en la lectura de Maus es una tarea exigente y necesaria para entender la evolución de la historieta contemporánea y un paso obligado para lectores noveles e interesados en “las revistas de monos”. Spiegelman ha logrado en Maus dibujar lo que la mirada de los primeros aliados en llegar a los campos no hubiese querido ver, ni recordar.
Y es cierto. Tal vez Auschwitz no sólo decretó la muerte de la piedad y la poesía… pero Adorno, no había leído Maus.
Para leer sobre el nuevo libro de Spiegelman, MetaMaus, ver AQUÍ.
Alguien sabe donde puede uno conseguir alguna copia de Maus en Santiago?? He agotado mis alternativas y nada…
Creo haberlos visto en café comics de Manuel Montt 275 local 263, puedes llamar al 5015760 y preguntar.
O bien llamar en Shazam cómics, Huérfanos 714 local 8, fono 6333502