Tintín: La perfecta película de aventuras

Por Leo Navarro

Hergé, el dibujante belga, creó a Tintín en 1928 como el epítome de los periodistas aventureros y marcó a generaciones de niños y adolescentes de todo el mundo con sus alambicadas expediciones y peripecias. Sus historietas han vendido millones de ejemplares y siguen siendo populares hasta nuestros días. El personaje ha aparecido antes en cine y TV, tanto en imagen real como en animación.

El primer encuentro de Steven Spielberg con el personaje fue en 1981, cuando tras el estreno de Los cazadores del arca perdida, una crítica comparó a Indiana jones con Tintín. Spielberg, intrigado, pidió copias de los libros del personaje y enseguida quedó enamorado de él, y en 1983 compró lo derechos para adaptarlo al cine. Hergé, por su parte dio su beneplácito, afirmando que el único cineasta que podía llevar a su personaje al cine era el barbón director de ET.

Y así, tras 30 años, la pareja perfecta al fin se une, y el resultado no puede ser mejor. Combinando material de tres libros diferentes –y sin que se note demasiado-, Tintín es presentado en sociedad, conoce al capitán Haddock, se enfrenta a un villano despiadado y descubre un secreto familiar con siglos de antigüedad, se salva de decenas de peligros en un carrusel de acción sin freno y sale airoso del paso, dejando a todos contentos.

La trama es simple: Tintín descubre un barco a escala que esconde un secreto que remite a siglos atrás, cuando sir Francis De Hadoque, el mejor marino de la armada inglesa, perdió en un naufragio todo el tesoro que llevaba su barco, el Unicornio. Es el modelo de este barco el que tiene Tintín en su poder, y el siniestro sr. Sakharine hará todo lo posible para comprárselo o robarlo, incluyendo raptar al joven periodista. A bordo de un barco rumbo a Marruecos, Tintín conoce al eternamente ebrio capitán Haddock, único descendiente de Hadoque, y que tiene en su cabeza la clave para reencontrar el tesoro perdido.

Juntos descubrirán que Sakharine busca las pistas que dan el paradero del tesoro, en una aventura que les llevará a recorrer medio mundo y a desvelar una venganza que ha tomado siglos en desarrollarse.

Es la primera cinta animada de Spielberg, y también su primer trabajo en 3D, y el resultado es simplemente notable. Tintin es una muestra del mejor cine de matinée que se puede imaginar. Llena de diálogos ingeniosos, de buenas actuaciones –sí, actuaciones-, con escenas que no podrían haberse hecho sino usando CGI, además nos muestra el nivel alcanzado por la técnica digital, con una expresividad de los rostros que habla más de humanidad que de bits y bytes. Hay desarrollo de los personajes, hay espacio para momentos solemnes, pero sobre todo hay diversión para todos , con la gracia de que tampoco nos hallamos con una versión edulcorada y suavizada de Tintín, sino con un mundo donde hay asesinatos y hay maldad, pero también heroísmo.

Spielberg realmente quería el material fuente, y eso se nota y agradece. Hace años que no ponía tanta alma y corazón en un proyecto. Tintín debe ser uno de sus mejores trabajos de los últimos diez años, y seguramente debiese llevarse el Oscar a mejor cinta animada de 2011, pues lo merece con creces. No lo duden: el dinero gastado en la entrada al cine va a ser el mejor invertido de todo este verano.

Director: Steven Spielberg. Guión: Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish. Música: John Williams. Voces: Jamie Bell, Andy Serkis, Daniel Craig, Simon Pegg y Nick Frost. 107 minutos.

 

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