Este texto fue publicado originalmente a modo de prólogo en el volumen “VichoQuien” de Junio de 2010, editado por el departamento de Teoría de las Artes de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. El volumen se encuentra a la venta en las tiendas Shazam Comics y Galería Plop! en Santiago de Chile.
Concordemos, al menos en el breve espacio de este párrafo, que el artista no dibuja con las manos, sino con los ojos. Que lo importante no es lo que se dibuja, sino que más bien la forma en que se mira el mundo interno y externo y afirmemos además que el trazo es la impronta, la concreción de esa particular forma de ver lo que nos rodea. De tal suerte el lápiz, la pluma, el pincel o la tableta digital no serían sino un mero aparato receptor del acto de dibujar emitido desde los inexplorados territorios de la mente.
No obstante el dibujar tiene implicaciones diversas para cada autor. En el caso del notable historietista argentino Carlos Nine, el acto creador de la mano del narrador gráfico es claro:”A veces fluye, a veces no. También es reflexivo. Yo utilizo mucho la reflexión previa al dibujar. Yo tenía maestros que me explicaban (…) que el dibujo es una cuestión mental. No es un proceso muscular. Es un proceso de reflexión y se van sumando obsesiones, recuerdos y se va armando el dibujo”. (1) El autor francés Blutch, admite cierta duda y se atreve a decir que el arte de la historieta mezcla toda “… la ambigüedad y la paradoja del dibujo, es que para mí, es una manera de pensar en voz alta. Así que sí, puede que sea más intelectual que físico” (2) En cambio, para la destacada ilustradora argentina Isol todo se produce en un espacio libre de sujeciones, el instante en que la: “mano es mucho más libre que mi mente y ese es el momento mágico. Es que hay momentos en que no pasa por la cabeza y esos son los momentos gloriosos para mí, que son retos de inspiración pura (…) Los mejores dibujos me salen a veces pensando en otra cosa o cuando hablo por teléfono” (3)
Es precisamente en este vasto y desconocido territorio del dibujar, que se inscribe el ejercicio de estilo de “VichoQuién”, verdadera “tour de force” en que sus autores, Jorge “Quién” Opazo y Vicente “Vicho” Plaza, se han propuesto reflexionar sobre las tensiones de este arte de la narrativa gráfica, cómic, historieta, o como se le quiera llamar y que más allá de la acepción convocada es sin duda un arte masivo y ante todo un lenguaje, un acto comunicacional.
Hay en las páginas de “VichoQuién” exploración y locura, automatismo y poesía. Ambos creadores trabajan sobre la noción autoral desde sus respectivas (y heterogéneas) preocupaciones técnicas y estilísticas.
Jorge Quién se obliga a dibujar con la mano izquierda tratando de provocarse a sí mismo un estado de “inquietud” desde donde poder escapar formalmente a los presupuestos de su mano pensante habitual. Decide dibujar sin corregir, avanzando a tientas, dejando fluir compulsivamente, aceptando lo que viene sin filtros y dejando que el estado anímico y los objetos que lo rodean al momento de dibujar se cuelen en la narración. “Estoy dibujando- dialogando con una especie de bestia de tinta. “Bestinta” le puse. Se supone que es ella misma la que me “ordena” dibujar con la mano izquierda para olvidar referencias y maneras adquiridas. Ya te enviaré algunas páginas, voy avanzando rápido, sin bocetos, sin guión, sin ideas preconcebidas” - escribe Jorge en uno de sus mails a Vicho y al instante su trazo se vuelve boceto irregular, sucio, pero vivo. Jorge abre las puertas de sus páginas a todo lo que sea que se halle tras ellas, y como ya es habitual en su obra, las puebla de sus estilemas y fintas metalingüísticas. Llena sus viñetas de citas y alusiones de sus autores predilectos, entre los que se encuentra también Vicente Plaza, su compañero de viaje en este volumen. Jorge tira piedras al estanque y únicamente reproduce las formas del golpe sobre la superficie líquida. Su “Bestinta” es la rebeldía de su mano izquierda, es el accidente sobre la página en blanco, el azar bajo control, el dibujo encontrado y la “extrañeza” surrealistas. Así mismo incorpora elementos de la CF y de la historieta superheroica, temas tan caros a la narrativa gráfica más clásica e industrial e ironiza sobre ellos, otorgándoles cualidades bizarras. Jorge establece un diálogo con su criatura, su alter ego, especie de relación que los sitúa como unos Jekyll y Hyde gráficos, exploración que lo conduce en un viaje iniciático que, como es de esperar en toda evolución, no resulta exenta de la necesaria oscuridad que presagia siempre la llegada de la luz.
Vicho realiza en sus “Cuadernos de Calle” un ejercicio reflexivo que abarca un período que va entre Junio de 2008 al 6 de Agosto de 2009. Su trabajo resulta tal como su autor, de una observación atenta y silenciosa de todo lo que le rodea. Su trabajo prescinde de la viñeta y del globo de texto, como buscando respirar sin límites opresivos. Sus dibujos escapan del yugo de la lectura tradicional y del buen hacer, son sombras, instantes fugaces que se superponen en la página y la mente del propio narrador. Vicho cambia las reglas del campo trazado de la narrativa gráfica y convierte la página en un laberinto de pensamientos fragmentarios, en diario de vida y en improvisada agenda de trazos inacabados. No obstante, estamos frente a una narración profundamente subjetiva, una no historia vista a través de los ojos del caos mental, de la selección de los ojos que se mueven inquietas en el paisaje al tiempo que integra las voces de los transeúntes y la suya propia mezclada con los letreros y los estímulos que lo bombardean en cada recodo del camino. Tal vez cercano a ratos al tiempo mental del cine de Alan Resnais o a los primeros experimentos narrativos de un joven Wim Wenders y su guionista, el escritor Peter Handke, obsesionados por los tiempos muertos, carentes de interés narrativo para el cine convencional, pero poblados de poesía. Las páginas de Vicho se corresponden con las de su cuaderno de apuntes en el que dibuja sus anotaciones al pie haciendo discurrir el grafismo de su soliloquio interior.
Vicho explicará escuetamente a su colega Jorge Quién lo que está intentando en sus páginas: “Responden a los eventos y preocupaciones cotidianas; como visitar a alguien de la familia, apuntar el recorrido desde la ventana de la micro. Observar la forma en que cambian las veredas, ir al cine…” y en otro momento sentenciará: “Quita el ojo vigilante y la mano se concentra de otra manera”
Vicho interroga al lector y a sí mismo durante todo el tiempo, sus frases dislocadas y barruntadas sobre el papel escapan el estatuto de certezas y sus dibujos basculan entre el boceto y el garabato apresurado, como si temiera perder la imagen que ha querido fijar sobre el papel. No hay preciosismo en su labor, sino urgencia, desmembramiento, descentramiento y por sobre todo muchas preguntas.
Ambos autores han decidido jugar aquí en campos inexplorados. Algo semejante a lo que el dibujante alemán Martin Tom Dieck ha asumido como habitual en su proceso de trabajo: “Realizar experiencias gracias a la improvisación. Improvisación en la cual seria (casi) autor y lector. Busqué más un método que un contenido, donde la “intensidad es la intención”. (4) Para esta tarea se ha de tener la actitud firme del asceta y la pulsión suicida del kamikaze, pues la sacudida resultante puede barrer con más de lo presupuestado y abrir (o cerrar) puertas que no esperábamos, un trabajo germinal que esperamos tenga descendencia. Es el precio por vagar en los desconocidos territorios de la razón, esa misma que tantos monstruos ha producido y tantas experiencias libres (y libertinas) ha provocado. Tal y como esta criatura que se agita en tus manos y que se ha dado en llamar “VichoQuién” y que hoy, ambos amigos, impúdicamente, han puesto frente a nuestros ojos. Una nueva prueba irrefutable de la fuerza y variedad con que se levanta la narrativa gráfica chilena del nuevo milenio.
Disfrútenla.
NOTAS:
(1) Reyes González, Carlos, “Carlos y Lucas Nine: Dibujar es una tarea intelectual”, revista Crash, Eureka Ediciones, La Paz, Bolivia, 2005, Pág. 87. Disponible también en línea AQUÍ
(2) Reyes G., Carlos, “Blutch: Dibujar puede ser más intelectual que físico”. Disponible en línea AQUÍ
(3) Reyes G., Carlos, “Isol: Disfruto encontrando algo nuevo”.Disponible en línea AQUÍ
(4) Dassance, Thomas,” Martin Tom Dieck: El sonido gráfico”, revista SudaMeryk!, ABC ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2006, Pág. 7.