Por Carlos Reyes G.
Al fin un par de países sudamericanos han iniciado la saludable costumbre de editar a sus vecinos como siempre debió ser.
La novel (y audaz) editorial “Ediciones Contracultura” del Perú se atrevió con un peso pesado: el humorista gráfico argentino Sergio Langer y compiló parte de su trabajo en un volumen imperdible.
Estoy de periplo en Baires junto al estudioso de la historieta Kenneth Mcfarlanne (no se dejen impresionar por el nombre, es tan sudaca como tú y yo) y el dibujante Christiano en el encuentro Viñetas Sueltas de mayo del 2008. Una tarde me toca moderar una mesa redonda de humor y política y estoy muy entusiasta porque de paso podré reencontrarme con Sergio Langer, a quién no veo desde hace varios años y con quién me carteo digitalmente cada tanto.
Como es habitual en este tipo de eventos, todo el mundo corre, yo incluido, y como es habitual , los participantes, tenemos muy poco tiempo para sentarnos a dialogar entre nosotros de verdad, más allá del espacio de la charla y de una ronda de pizzas y cervezas al final de cada día.
Obviamente, luego de la charla le pierdo la pista inmediatamente a Sergio entre sus demandantes fans, entre los amigotes que pululan por doquier y todos nos sumergimos en conversas varias. Sin embargo, poco después alguien que no conzco se me acerca y me dice que Sergio ha tenido que irse pero que ha dejado para Christiano y para mí, sendos ejemplares de su último libro: Langer For Export. Y bueno, lo leí y esto es lo que me pasó.
LANGER: EL GRAN BUFÓN
Para los neófitos hay que decirlo: Langer ES directo, irónico, peligroso, mordaz, duro, corrosivo. Su trayectoria pasa por la mítica revista Lápizjaponés y sigue como colaborador de medios en España, Chile, Francia y Estados Unidos. En su natal Argentina publica hace ya un buen rato las tiras Mamá Pierri y Clase media para la revista Barcelona y La Nelly para el periódico Clarín.
Debo aclarar, no obstante, que la lectura de Langer no es apta para público sensiblero y grave, ése mismo público capaz de enfurecerse con el chiste de un humorista gráfico y romper las pelotas para que el gobierno lo linche en la plaza pública como a un hereje, pero que no se escandaliza para nada con la mierda de noticieros falaces que tenemos, la doble moral que nos oprime, la discriminacion, el racismo, la corruptela, la mafia institucionalizada y otras fascinantes posibilidades del mundo actual.
Raro esto de las proridades de algunos.
Langer es uno de los mejores bufones que conozco, pues cumple con todos los requisitos: es muy, muy gracioso y no perdona a nada ni a nadie. Se ríe de todos y ante un buen chiste de los suyos, celebrado por muchos ¿Qué puede hacer el supuesto ofendido? ¿Escabullirse avergonzado, mostrarse ofendido o bien cual gusanillo infecto, preparar su usual artillería censora? Nada que hacer.
Langer es un monstruo, con sus dibujos casi siempre al borde del grotesco y lo revulsivo. Respecto de estas cualidades de su trabajo, Langer aclara rapidamente este punto: “En este caso yo siempre quiero dibujar mejor, pero dibujar mejor no es que me salga más parecido a la realidad, sino buscar la síntesis, que tenga la misma asquerosidad con menos recursos”. Así sus dibujos siempre están al servicio de un humor perfilocortante y tan ácido como un poco de limón sobre tu herida abierta. Langer habla desde las entrañas y su mirada, tan lúcida como irreverente, puede desarrollar tu tolerancia al humor de maneras que ciertamente desconoces.
EL MUNDO DE LANGER
El humor de Langer habita, no el mejor de los mundos posibles, sino el más vil y absurdo de entre esos tantos universos paralelos maravillosos que deben existir en alguna parte, pero que, desgraciadamente, nosotros no habitamos en lo absoluto.
Lo que primero llama la atención en el trabajo de nuestro dilecto amigo es que su dibujo “feista” está en perfecta sincronía con estos mundos de injusticia y patetismo delirantes que el autor busca ilustrar. De entre sus monstruos más habituales, los militares y religiosos son mis predilectos.
Estoy seguro que si Langer no fuese dibujante sería al menos un humorista o un francotirador de argumentos de esos que tanta falta le hacen a nuestros deslavados programas de TV. “Siempre hay ironía- me dijo langer una vez hablando de su trabajo - humor negro. Tengo ilustraciones mudas que te llevan a un lugar de ironía siempre. Esa es mi mirada. Y eso no se puede evitar.
Langer for Export es ciertamente un producto internacional que sirvirá de igual forma en cada latitud allí en donde sea leído pues se pasea por un universo tan Langeriano como el de cualquiera: Militares que sufren de una extraña enfermedad que siempre surge cuando van a ser juzgados por sus crímenes, fascistas disfrazados de demócratas, terroristas de pacotilla, clase media aterrorizada y obsesionada por la seguridad, nazis travestidos, seres egoístas, depravados inhumanos y corruptos pero profundamente caricaturizables y por sobre todo, fáciles de desenmascarar a través del humor y de esa ironía despiadada, tan cara a nuestro autor.
Este libro bien puede ser una puerta de entrada al fascinante y vasto mundo de Langerlandia, pero si los chistes te parecen de grueso libre, o si crees que por ahí se pasó de la raya, o tal vez sientas que ofendió tu sensibillidad, no te dejes atemorizar. Ríete y sigue adelante, el viaje será siempre nutritivo y en el peor de los casos, no querrás reconocer que este tipo, a pesar de todo, te cagó en buena lid y que además? vaya que te lo merecías grandisimo hijo de puta.
Vamos, quiero ver esa sonrisa dibujándose en tu cara, esa sonrisa que sólo el bufón es capaz de provocar cuando (sólo el bufón o un gato) mira al rey a los ojos, mientras le dice en su propia cara, todo lo que los otros callan, al tiempo que lo hace revolcarse de risa en el intertanto. Todo aquel valiente que realice esta maravillosa labor en un mundo tan intolerante como éste, merece todos mis respetos.
Y que no les quepa la menor duda, de que por acá? Langer, lejos, es el mejor de todos los bufones, aunque la corte se haga la tonta.
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