Hacer deporte e historieta no son necesariamente actividades compatibles. El argentino Roberto Fontanarrosa, padre de "Boogie el Aceitoso" e "Inodoro Pereira", dibujó y amó el fútbol, se ríó del deporte dibujándolo en relatos e historietas. En esta nota, el dibujante Christiano, intentó descifrar algunas claves en sus temas recurrentes, el perfil de sus personajes, sus colaboraciones con el grupo humorístico Les Luthiers y, por supuesto, el fútbol, siempre el fútbol. He aquí algunos de sus comentarios vertidos en ua mesa redonda de una de sus visitas a chile, más precisamente en una incursión en una feria del libro de hace unos años atrás. Leamos pues, al negro, en su propia tinta.
Yo, al fútbol he jugado con notable coherencia o sea he jugado mal siempre. Yo fracasé en el fútbol por dos razones… primero, mi pierna derecha y, segundo, mi pierna izquierda. Y siempre fui un profesional del fútbol, porque siempre tuve que pagar para jugar, pagar el alquiler de la cancha, pagar la camiseta, el lavado de las medias, etc., etc.
De todas formas por la insistencia, alguien dijo que el estilo es la insistencia, uno habla de un deporte que le gusta a muchísima gente, especialmente a nuestros países latinoamericanos, entonces hay mucha complicidad y no hay que explicar demasiadas cosas.
Yo creía que iba a tomar una distancia con el fútbol, y me doy cuenta que no, que es peor, cada vez sufro más por Rosario Central, que en este momento debe estar perdiendo, y me amargo si pierde Central. Me convierto en una especie de monstruo que hace que la gente que está alrededor, que no le importa el fútbol, diga: "Che ¿cómo salió Rosario Central? A ver cómo viene el negro, qué cara tiene". Soy una bestia que estoy supeditado y no lo puedo evitar, y yo no soy un tipo demostrativo, ni demasiado exuberante y ¿qué otra cosa puede hacer que yo, de golpe, salte, grite y me abrace con alguien en la cancha, transpirado, sudoroso…? Nada, no ha habido ningún otra acción en el mundo que pudiera originar eso. No le encuentro explicación.
Entiendo que debe ser difícil desde el punto de vista de la mujer o del tipo que no le gusta el fútbol comprender por qué se genera todo esto, y yo creo que lo más simple es que el fútbol es muy lindo, es un juego muy lindo, muy divertido, aparte que está muy ligado al orgullo, especialmente en Argentina, que siempre nos ha hecho creer que somos del primer mundo. Nunca fuimos del primer mundo pero, paradójicamente, en fútbol sí.
Argentina siempre tuvo representantes como Distefano, como Sivory etc., etc. Eso, entonces, para un país acomplejado como el nuestro, representa un motivo de orgullo absoluto. Entonces, cuando la selección Argentina pierde, se produce una sensación de estupefacción y enojo, decís "¿cómo nos pasa eso a nosotros?", y yo digo en la Biblia, en algún lado, debe decir que "la Argentina nunca perderá al fútbol", si no, no se entiende la reacción, como de enojo absoluto.
Está relacionado con eso y con las rivalidades tribales. Yo vengo de Rosario, donde hay dos equipos: Rosario Central, que es el bien, y Newell?s Old boys. Entonces, durmiendo con el enemigo, vos estás conviviendo con gente que parece como vos, seres normales que sienten afecto por su familia y no.
Entonces, cuando dicen "la enorme rivalidad entre Barcelona y el Real Madrid", y cómo puede ser si unos están en Barcelona y otros están en Madrid, o sea el Real le gana al Barcelona, y todos los del Barcelona lloran, pero lloran todos juntos en Barcelona, nadie viene a decirles "les ganaaamos, les rompimo el cuuulo". En cambio, si nosotros llegamos a perder con Newells, vos los tenés que aguantar a estos muchachos hasta la revancha, es terrible en la escuela, en los talleres, entonces la cosa parte por allí… el orgullo y el odio que alimenta este asunto.
Había una película que se llamaba "Match en el infierno", ese era el título que tenía en español, no se cuál sería el título original, era una película húngara, con todo lo que eso implica, porque los húngaros no le ponen ni color, ni texto, ni personajes incluso, en algunas más complicadas de entender. Estamos hablando de muchísimos años atrás. Después se hizo un remake, que era más tétrica que la húngara porque era norteamericana y el arquero era Silvester Stallone. Por supuesto, cuando la película húngara termina como debía terminar, porque es sobre un hecho real, donde los prisioneros húngaros de un campo de concentración osan ganarle al equipo de los guardias alemanes. Entonces, como corresponde cuando se juega de visitante, los matan a todos. La película norteamericana no podía ser así y ganan y se escapan, huyen todos, y se casa, creo que Silvester Stallone… con el árbitro.
Boogie era una historieta que yo empiezo como una parodia. La parodia es más fácil, porque hay un modelo y uno lo sigue, lo distorsiona, lo empequeñece, lo agranda, etc., etc., el problema es cuando uno tiene que dejar de hacer parodias y contar historias con palabras propias… y Boogie empieza siendo una parodia de "Harry el sucio", el personaje de Clint Eastwood. Después se transforma en un tipo absolutamente violento y, por ahí, lo que causaba curiosidad es que fuera la figura central de la historieta. Generalmente, los malos son los que atacan a Supermán, a Batman.
Por ejemplo, en Colombia, un país que tiene una relación extraña con la violencia, empezó a salir en el diario "El Tiempo", entonces llegaron montones de cartas, muy preocupantes, quejándose que apareciera un sicario en las páginas del diario.Mucho más preocupantes eran las cartas que estaban a favor de Boogie, decían "al fin uno que le pega a los negros, a las mujeres". A mí me asombraba la idea del increíble Hulk, el monstruo verde este… ¿acá lo daban, no?… porque por ahí estoy pronunciando mal la palabra y al chileno se traduce diferente. Bueno, creo que a todos nosotros nos habita un increíble Hulk o un Boogie, esa intención primaria de reaccionar violentamente ante una frustración. Lo que pasa es que nos detiene nuestra educación, nuestro físico nos detiene bastante también, porque somos conscientes de que si reaccionamos violentamente nos van a cagar a trompadas.
El increíble Hulk era un tipo, como todos esos súper héroes, de unas enormes virtudes de momento que se meten a una cabina telefónica y se cambian la ropa y que en su vida privada son casi pelotudos absolutos. Porque Clark Kent, que trabajaba de periodista, yo no se cómo podía trabajar de periodista ese muchacho porque era un imbécil, realmente. Pero el increíble Hulk, cuando se ponía verde, se le rompían mucho las camisas y rompía absolutamente todo, no era justo y medido como Superman, que ayudaba a los niños, acariciaba a las viejas… no, el increíble Hulk se enojaba y rompía todo. Pero se ve que el estilo de vida norteamericano le ponía algunos límites, o sea, nunca lo vi matar un conejo. Se encontraba ante algo absolutamente débil y pequeño y se enternecía en vez de aplastarlo como correspondía.
En ese aspecto me gustaba más Boogie, me parecía más honesto consigo mismo. Si tenía que hacer cagar a alguien, lo hacía. Era muy caricaturesco Boogie, para mí como que se notaba que yo no tenía, desde el punto de vista personal, mucha relación con este muchacho… yo presumo no ser demasiado racista, ni violento, ni prepotente, ni machista pero PRESUMO, porque algunos sicólogos me han comentado cosas que no me gustaron mucho… pero, bueno, está esa frase "nunca le des la espalda a un sicólogo" (risas).
Hay gente que supone que uno tiene una misión en la vida de esclarecer al lector, es más, es muy común una pregunta clásica de los periodistas "¿Usted lo que intenta con su humor es hacer pensar?". Pero… ¿qué no piensa la gente? Si todos piensan, muchos piensan mucho mejor que yo. Cómo puedo pretender hacer pensar a la gente si no soy un tipo esclarecido. Entonces, por ahí aparece un "El mensaje de Boogie no es un mensaje para los niños", y ¡¡los niños que se las arreglen!!, nosotros también recibimos un legado muy difícil, sin embargo, hemos sacado el mundo adelante como lo estamos sacando (risas), o sea, yo no me considero comprometido con nada o no tengo una intención didáctica, ni pedagógica. Lo único que quisiera, y que no puedo mucho, es hacer reír, porque yo soy un agradecido total de quienes me hacen reír… Hablábamos de Les Luthiers, Woody Allen, Chaplin, etc., hasta ahí llego. Las otras misiones no son para mí, son para otra gente más importante, intelectuales más esclarecidos que yo.
Me cansé de hacer Boggie. Yo creo que en este trabajo, como en cualquier trabajo de comunicación, las ganas son fundamentales, y yo me muevo un poco con el concepto "si me divierto, divierto y si me aburro, aburro".
Yo creo que lo hice 20 años a "Boggie, el aceitoso", o sea, el mundo en su generosidad, Jorge Bush en su permanente preocupación, brinda enormes oportunidades para que Boogie reaparezca. Por ahí digo esto de Afganistán, qué maravilla producida por este estadista, esa posibilidad de volver a Afganistán, y después ya no es Afganistán, ese Irak, mañana será Venezuela. Yo ya perdí esa capacidad para hacer Boogie, no tengo mucho tiempo.
Al principio fue bastante complicado, porque ellos no estaban habituados a trabajar con gente ajena al grupo, ni yo tampoco estaba muy habituado a trabajar con un grupo de alta exigencia como son ellos. Aparte desde el punto de vista práctico: encontrar el cómo hacíamos… yo iba todas las semanas a Buenos Aires, ¡una pérdida de tiempo total!, esas reuniones que se supone son tormenta de cerebros, hablábamos cuatro horas inútilmente. Bueno, finalmente, encontramos una especie de fórmula… me llamaban y me decían "hay un número con música árabe", entonces, todo lo que se me ocurría de chistes e historias se las mandaba, de eso ellos usaban un tres por ciento, lo demás iba a carpeta, en ocasiones más, en ocasiones menos…¡son mala gente! (risas), no lo digo por nada, si total yo sé que esto queda acá, pero aparte ya son gente muy mayor y siguen ahí subiendo al escenario.
Lo que sí creo, es que ellos nunca se dieron cuenta de que crearon todo un género. El humorismo con música está muy visto, pero hay una prueba de lo dificultoso del camino que ellos tomaron en que toda fórmula que es exitosa se copia y nadie ha podido copiar al grupo Les Luthiers. Ha habido intentos en Venezuela, en La Habana, pero encontrar cinco tipos que canten bien, que tengan humor, que sean algunos de ellos muy buenos músicos, que actúen bastante bien, que incluso se animen a bailar, que hagan instrumentos informales es muy, muy complicado. Ellos, inclusive, ya tienen un marco suplente, como ya son gente grande, cada tanto tienen un accidente, entonces hicieron un casting y seleccionaron algunos -especialmente cantantes- para reemplazarlos en caso de urgencia, que ciática, lumbago, gota… todo ese tipo de enfermedades que provienen de la vejez. No creo que vayan a quedar herederos en ese aspecto, o sea harán otro tipo de grupos "al estilo de".
Un tiempo después decreció mucho mi colaboración, yo creo que por fatiga de material, al último era como esos noviazgos que vos no sabés si estás bien de novio o no, o no sabés si te dejó, la relación amistosa con ellos siempre fue fantástica, realmente yo tengo una gran admiración por ellos, los quiero mucho. Ahora, últimamente, me llamaron y he trabajado para algunos números que no necesariamente salen, nos hemos reencontrado, como en estas películas felices norteamericanas, al final como dicen "chico encuentra chica, chico pierde chica, chico reencuentra chico", esta es una explicación muy técnica de nosotros los cineastas (risas).