Homenaje al Siniestro Doctor Mortis

En este mes de abril (lluvias mil), hemos tenido la brillante idea de compartir con ustedes el producto del día de la historieta, que celebramos en noviembre del año pasado, y que fue un volumen, el Anuario del Día de la Historieta que financió el Fondart que nos ganamos y que nos permitió hacer todas esas extraordinarias actividades (y que fue repartido, nos dijeron, en todos los colegios municipalizados de Santiago), lleno de artículos y dibujos, la mayor parte de ellos dedicados al personaje del Doctor Mortis, porque quisimos homenajear a dicho personaje en esa semana completa que duró el "día" de la historieta.

El volumen comenzaba así:

Muchos tal vez se preguntan por qué Ergocomics se ha propuesto hacer un homenaje al personaje del Siniestro Doctor Mortis.

Se nos ocurren algunas razones para ello. La primera, y más obvia, tal vez sea porque el personaje nació como un radioteatro creado por Juan Marino (guionista, músico y melómano nacido el 7 de septiembre de 1920 en Punta Arenas) Por ese entonces, el formato del radioteatro era muy popular y Marino, influenciado por la audición de Boris Karloff (que encarnaba a un tenebroso personaje radial de la BBC), dio vida a su propia creación. De este modo, el Doctor Mortis, con libretos de Marino, se emitió por primera vez en 1945, en la radio Ejército de Punta Arenas.

El programa se mantuvo en el aire, en horario nocturno, por poco más de 30 años entre 1945 y 1982. Las radios Ejército, Agricultura, Cooperativa, Nuevo mundo y Portales cobijaron sus populares historias de terror.

Si para muchos aún esto no es suficiente para justificar un homenaje, podemos agregar que por extrañas designios allende la realidad conocida, sólo durante el 2003 se sucedieron simultáneamente los siguientes e inexplicables hechos: Radio Portales repuso algunos capítulos de la serie, la directora Paula Aros, realizó la adaptación teatral del capítulo: El Testamento del Sr. Torres, el cineasta Jorge Olguín produjo el piloto de lo que será la nueva versión televisiva del personaje y el documentalista Pablo Pinto, se enfrascó en la tarea de realizar el primer documental profundo sobre la vida de Juan Marino y su inmortal criatura. Todos ellos (incluidos nosotros mismos) nos hemos constituido en los causantes del revival del Doctor Mortis en Chile. Y es que por derecho propio, Mortis es uno de los personajes de ficción radial más multimediático de nuestro país. Comenzó como radioteatro en 1945, más tarde, entre 1965 y 1972, se editó en formato de cómic (lo que se convierte junto al radial, en uno de sus más formatos más populares), se publicaron novelas, se editaron elepés de sus radioteatros y hasta un vinilo de cumbias (El Doctor Mortis y sus zombies cumbiancheros). Entre 1971 y 1973, se emitió por las pantallas de canal 13, en un programa dirigido por Germán Becker, e incluso hubo frustrados planes de llevarlo al formato cinematográfico.

Esperamos que la evidente contundencia de la historia de Mortis, expuesta aquí brevemente y desarrollada en sus diversos aspectos a lo largo de este primer anuario, sea suficiente razón para aclararles porque seguimos creyendo que Mortis es el mejor personaje para ser incluido como el homenajeado central de nuestra primera edición del Día de la Historieta. Y para aquellos que gustan de las estadísticas, sólo nos resta agregar, que la obra total del guionista, como consta en la página web oficial del propio Juan Marino, suma 5000 capítulos y consta de algo así como 13.824 páginas.

Larga vida pues al Siniestro Doctor Mortis, a toda su cohorte de no muertos, a su creador y a todos sus imprescindibles colaboradores (actores y dibujantes) que le dieron vida.

Udo Jacobsen / Carlos Reyes

EL SINIESTRO DOCTOR MORTIS

La Maldad hipócrita sea condenada

La que nos consume a nosotros por entero

Es otra manera de la perfección

Otro modo de lo bello.

Es probable que mi memoria me engañe. Es probable que mis pesadillas se hayan nutrido de otras fuentes y que esté sobredimensionando el trabajo de los actores, por un lado, y de los dibujantes, por otro… Pero tengo al Doctor Mortis clavado en el lugar de mis horrores infantiles.

En verano, iba a casa de mis parientes en Valparaíso. Era yo, por ese tiempo, un niño algo tímido, sensible y silencioso. Un nerd. Pero en ese tiempo no existía la palabra y mis primos optaban por lo de "guatón fome". Sigo siendo guatón y fome, pero no me dicen nerd porque estoy demasiado viejo. En fin, mi principal ocupación en aquellos años era leer, leer cualquier cosa que se me cruzara por delante. Era un vicio heredado de mi padre. Y leía mucho, libros, revistas, diarios.

Un día, mi padrino, el tío Julio, viéndome releer por enésima vez los mismos periódicos, con el gesto de quien entrega un tesoro, me alcanzó las historietas que tenía en su casa. Eran un montón de Condoritos, un par de El Monje Loco y una buena cantidad de Doctor Mortis.

Debo reconocer que algún sino malvado me llevó a "devorarme" la colección de horror de Juan Marino. Por las noches ya no hubo tranquilidad. Las pesadillas me devoraban los sueños nocturnos con un hedor a muerte y corrupción, que mi mente infantil no había encontrado ni en los cuentos de Poe. Apenas me levantaba, sentía el ansia de seguir leyendo o de releer las infames revistas. Tomaba las páginas como quien puede contagiarse de una enfermedad incurable, llena de pústulas verdosas y malolientes o, peor aún, contraer los vicios, las enfermedades del alma, el vampirismo, la necrofagia o cualquiera de esas horribles y febriles alucinaciones que estaban capturadas en las páginas de la revista. A pesar de las pesadillas, de los malos sueños, de los temores a la obscuridad que me daban esas historias (porque de las sombras me acechaban los monstruos que había leído durante el día), no podía soportar su vil encanto, su espantosa maravilla.

Algunos años después, alguien quiso revivir el radioteatro del Siniestro Doctor Mortis. La "radio transistor" recibida en Navidad, con el mínimo volumen, bajo las espesas frazadas de mi cama y con la linterna a pilas, tenue arma contra los temores y las risas satánicas salidas del aparato de radio, fueron mis compañeras de horror. Tenía en mi mente las imágenes de la revista y éstas cobraban vida de nuevo en mi imaginación, movida por las voces, ruidos y susurros del radioteatro. Cuanto me costaba levantarme al baño en esas tortuosas noches.

El Siniestro Doctor Mortis ha demostrado que es inmortal, ni el fatídico vuelo espacial que pretendió eliminarlo ni las estacas en el corazón ni quienes intentaron destronarlo del trono de la maldad y el infierno ni el tiempo y sus olvidos, porque somos un pueblo con tan mala memoria, han logrado exterminarlo. Sigue alimentando nuestras pesadillas. Sigue vivo (o muerto, pero con buena salud) y vuelve cada tanto a recordarnos que el Mal es verdadero y tiene espesor y huele de la manera terrible que sabemos. El Doctor Mortis ha muerto ¡Larga vida al doctor mortis!

Antonio Lobos González

EL DR. MORTIS Y EL TERROR

Recuerdo que en mi niñez tenía verdadero pánico por todo lo relacionado con el terror o lo demoniaco, al extremo de no ver la famosa serie de televisión "Sombras Tenebrosas" con el famoso vampiro Barnabás Collins. Curiosamente, fue con el Siniestro Dr. Mortis que comencé a leer historietas, novelas y luego ver películas de terror. Nunca escuché el programa radial en que se inspiró y sólo vi un capítulo de la serie de televisión.

A fines de los 60 y principios de los 70, leí algunas revistas de la Editorial Zigzag. Recuerdo particularmente una de Mortis ambientada en la Legión Extranjera Francesa. En el desierto, muertos vivientes atacaban el fuerte con la agravante de que cada muerto de la legión, se unía a los asaltantes. El dibujante de ese número era Máximo Carvajal. Ël cuenta en una reciente entrevista, que estaba loco con dibujar enb ese capìtulo a cientos de personajes sobre caballos y camellos. Por supuesto, perdí la revista en algún cambio de casa o en los habituales préstamos con conocidos.

Mortis tenía un sabor a prohibido, al mostrar o sugerir escenas que abrían nuestra joven imaginación y muchas veces nos dejaban sin dormir.

Mortis no es mi personaje preferido, pero siempre me llamó la atención que el "héroe" fuera la encarnación del mal y que normalmente triunfara, o sólo fuera derrotado en extremo, con un sacrificio de los incidentales protagonistas o "buenos" de turno. Sus dibujantes, como el gran Manuel Cárdenas y Santiago Peñailillo, lo recuerdan, al igual que yo, con gran cariño y como todo un clásico de la historieta nacional.

Mauricio García Castro

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